Teoría de la Belleza y la Bondad

Vaya por delante que esta entrada debería haberse escrito otro día en el que no fuera "El Sorteo", pero C.W. Carrington insiste mucho en que no sé qué modelo ha dicho que por qué siempre hablan de su belleza y no de su bondad y que debemos reflexionar sobre ello.

La relación entre belleza y bondad no es un tema nuevo. Repasen por favor la Filosofía de COU. Luego se la pregunto.

No obstante, soy tan osada que voy a enunciar mi propia Teoría. Se resume en lo siguiente, todo el mundo quiere ser guapo, pero todo el mundo quiere que se le reconozca por cualquier cosa, menos por ser guapo.
Es una contradicción en si misma. Tiene bastante que ver con lo que "Un seguidor" (tenemos dos) llama el Marketing Personal. La falsa modestia es una forma como otra cualquiera de mentira. Todo el mundo quiere ser guapo y deseable (primate = sexo, primacía, etc,). Pero nadie quiere abiertamente reconocerlo y mucho menos ser tenido por malo. Ya sé que esto es una obviedad, pero no olviden que estamos viviendo tiempos tontos

Recuerden que yo creo que el refranero español contiene todo el "Management" y todos los "managerismos" y aunque la mona se vista de seda, mona se queda.

El español medio es feo. Hoy he ido a mi oficina del INEM en metro a las ocho de la mañana y mientras escribía mentalmente este blog me he dado cuenta de que por la mañana y en el metro, todos somos feísimos. ¿es importante que seamos buenos? No, no es importante. Que seamos buenos no se ve, y ser, es ser percibido. ¿por qué nos empeñamos en persistir en nuestro intento de embellecer, si lo importante es ser bueno? Porque socialmente ser bueno equivale a ser un pringado. Lo que importa es ser guapo.

Personalmente a mi siempre me han gustado los gordos, y si no estaban gordos, eran "Gordos Contenidos". Es decir, gente, como una misma, que si se dejaran llevar estarían gordos. Entre los gordos que a mi me gustan, por citar a algunos públicos, está el Defensor del Pueblo (Enrique Múgica) y Gustavo de Arístegui, el diputado del PP, al que un día abordé en un aeropuerto y le dije que me gustaba muchísimo. Como no le iba a volver a ver, total, que mas daba que se lo dijera, creo que le hizo mucha ilusión. Porque al final, a todo el mundo le gusta que le digan lo guapo que es.