sábado, 4 de diciembre de 2010

Aeropuertismos

Digamos que soy una de las afectadas, aunque, bien pensado, de las menos afectadas. Volaba en un vuelo barato y además, me podía volver a dormir a mi casa. Con cancelar mi viaje, que en cualquier caso tampoco era de placer, bastaba. Ya volveré.

 Pero, en cualquier caso, afectada, como tantos, de este país de pandereta donde los controladores ganan una pasta y lloran en el telediario, los ministros apenas tienen el bachillerato y el alcalde con la excusa del ahorro ha quitado las luces de Navidad.   A mi no me parece mal que los controladores, o los notarios, o los cirujanos plásticos,  o los banqueros de inversión, ganen mucho dinero. A mi lo que me parece mal es que tengan derecho a "ausentarse" porque se pongan malos y no haya otro detrás para sentarse en su sitio. Y me parece mal que puedan ponerse en huelga.  Quiero ver cuántos de estos terminan con despidos disciplinarios y pagan indemnizaciones por daños y perjuicios.

De vuelta a mi casa, después de haber pasado una tarde en Barajas viendo a la tuna, a las de la parroquia que iban a ganar el jubileo, a los que iban a Eurodisney, a los esquiadores, a las amas de casa de excursión a Paris, y a todos los demás,,y reclamar, (cosa que me encanta hacer) a todo el mundo, he tenido que ver en la tele a una llorosa controladora diciendo que la guardia civil le había hecho volver al trabajo a punta de pistola y que tenía ansiedad y no podía "apartar aviones".

Eso de los puestos "guardián" está muy bien. Si lo haces bien, no pasa nada, pero si no lo haces, o lo haces mal, la catástrofe es memorable.
 Me pregunto que opinaría la señora controladora si llevara a su hijo a urgencias con la cabeza abierta o una meningitis feroz y el médico le dijera que no puede "apartar enfermedades". O que el enterrador le dijera que no puede "apartar muertos" y que su citado hijo, muerto por la desidia del médico se quede oliendo en la habitación hasta que alguien lo recoja. Por decir algo.
Y es que al final, lo que pasa es que a todos nos importan tres los demás, y el que venga detrás, que arree.

Recuerdo a una amiga enfermera del Niño Jesús que me contó que una vez una etarra tuvo un permiso carcelario para llevar a su hija muy enferma a un urgencia en el Niño Jesús, no se si era un transplante o que cosa era, pero era de vida o muerte y la etarra llegó suplicando que salvaran a su hija. Mi amiga me contó que la primera voluntad fue darse la vuelta y decirle a la asesina que lamentablemente ese día iba a ver morir a su hija, pero que no lo hizo, porque ella estaba para salvar vidas, no para vengarse, y que era funcionaria pública, y no podía negarse a realizar su trabajo, por mucho que hubiera querido que la que palmara fuera la etarra.

Pero, desgraciadamente, la mayor parte de la gente es como la controladora, y no como mi amiga la enfermera.  Yo, mi, me, conmigo, y los demás, que se pudran.

Además del viaje perdido, del cabreo, la impotencia, el dinero y el tiempo perdido, la sensación última ha sido esa, o a punta de pistola, o a la gente, los demás, le dan por culo.

Pablo de Lora

Me tragué ayer varias de las ponencias de Pablo de Lora, avisada por una amiga profe de la Complu. La Complu hace mucho que dejo de ser la u...