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miércoles, 12 de mayo de 2010

Penalizaciones Profesionales

De todos los procesos que concluyo y que finalmente terminan con la llamada de turno para decirte "finalmente han elegido al otro" trato de hacer balance de que hice bien y que hice mal, donde bajé la guardia, donde me equivoqué, y que tenía el rival que lo hizo mas adecuado.

En ocasiones yo cumplo el perfil de sobra y son otras las causas que me penalizan, o que favorecen al otro.  Tengo cualificaciones que exceden lo que piden y les facilitan mucho el trabajo (las posiciones ibéricas, donde Portugal depende de España y ni Dios habla portugués, mucho menos lo escribe, por ejemplo). En otras ocasiones, me consta que no lo he hecho bien y trato de aprender para el siguiente proceso.
Soy tan mema que me ilusiono muchísimo.

Hice un proceso para el BEI en Luxemburgo del que volví sabiendo que no lo había hecho bien, y agradeciendo íntimamente no tener que emigrar a Luxemburgo que es, con diferencia, el país mas aburrido de toda Europa.
La semana próxima me han invitado a una entrevista para trabajar en Andorra. Y voy a ir, aunque sepa que en el fondo no me apetece nada expatriarme en El País de los Pirineos. 
Pero hay datos ciertos que se han convertido en penalizaciones profesionales, en handicaps a la hora de volver a trabajar.

1) La maternidad. De esto se han ocupado el resto de las mujeres. Gracias a las de la media jornada y la conciliación, gracias a Nuria Chinchilla y las del Family Doctor, las demás somos vistas como potenciales sindicalistas dispuestas a coger la media jornada o la excedencia en cuanto podamos, porque total, no trabajamos mas que para los extras. Si el empresario puede elegir, escogerá un hombre. Y yo no puedo mas que darle la razón.

2) La cualificación profesional. Que no ayuda nada. Aparentemente es mejor contratar a jóvenes con menos conocimientos y formarlos en la empresa. Se da la circunstancia que terminé la carrera cuando la otra gran crisis, la del 92. Y me costó mucho encontrar algo bueno.

3) La experiencia pasada.  Se ve como lejana y olvidada a la hora de desempeñar un puesto ahora, pero pesa a la hora de sospechar que la persona querrá una posición similar a la que ya hace años que no tiene. Lo mismo pasa con el sueldo.

4) La edad. Las mujeres nos volvemos viejas laborales antes que los hombres. Es así de triste.

Voy a empezar a apuntar todos los favores laborales que hice en el pasado, la de cvs que moví, la de becarios a los que ayudé a empezar, la de contratos y ofertas ajenas que me leí y ayudé a negociar. La de favores que pedí para otros " hay que ayudar a la gente a empezar", era mi lema. Y no me los voy a cobrar, porque no tengo cómo, pero si es cierto que voy a recordárselos a todos aquellos que ahora ni me llaman cuando saben de algo, porque ya están muy ocupados, o simplemente me llaman para saber cómo estoy.

Lo peor de todo, es que además, me estoy volviendo envidiosa y mezquina.

Y encima, la dichosa manía de que total no es tan importante. Para mi el trabajo era importante. Y la independencia económica, ni se lo cuento. No sé como algunas pueden pedir dinero para medias y no pestañear.

Pablo de Lora

Me tragué ayer varias de las ponencias de Pablo de Lora, avisada por una amiga profe de la Complu. La Complu hace mucho que dejo de ser la u...