Por ahí por la Gran Vía decía un anónimo lector que estábamos sentimentalonas últimamente. Pues no se preocupe, porque la mala leche esencial al carácter no se pasa porque nos paseemos por la Gran Vía recordando épocas mejores.
A mi la mala leche no me da virulenta como a C.W, que es capaz de soltarle una fresca a cualquier mema si lo amerita. Yo no, yo me reconcentro durante varios meses o años, y el día menos pensado doy donde ya me dijo mi padre que no se podía dar. Lo sorprendente es que llevo años aguantando la mala leche y desde que la dejo fluir, a mi manera vengativa y personal, me encuentro mucho mejor.
Mis padres me enseñaron que:
1) no se podía/debía hacer escarnio de los defectos físicos, que no son culpa de uno
2) no se podía/debía hacer escarnio de la situación familiar u orígenes
3) no se podía/debía ningunear o recordar a nadie su actual situación debido a la pura suerte (o mala suerte)
4) no se podía putear con premeditación y alevosía, ni mucho menos, vengarse.
Y, muy importante, que no se hacían favores para que te los devolvieran, sino porque hay que ser bueno.
Mis padres son buenos, o por lo menos saben lo que dice el manual "Ser buenos".
Pero yo soy mas peorcita que ellos... y, como Belén Esteban, si me tocan lo mío o los mios. MA-TO
y si tengo que esperar 20 meses para comunicarle a alguna mosquita muerta a la salida de misa que,
1) tiene muy mala cara
2) probablemente debido a las arrugas
3) con seguridad debido a que folla poco, pero que ya es demasiado tarde para empezar.
Me espero los 20 meses.
Desperdigada en varios sitios. www.trumanfactor.com Y economistadescubierta.com
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jueves, 8 de abril de 2010
jueves, 25 de marzo de 2010
Lentejuelas en el pelo
Hay mujeres (hombres no se, todavía no he analizado el fenómeno en ellos) que tienen lentejuelas en el pelo en vez de neuronas en el cerebro. El problema es que ellas no lo saben, y van por la vida la mar de contentas sin darse cuenta que la gente les mira y se extraña.
Hace poco estuve con una de ellas. Tengo esa capacidad de asombro que tienen los niños y cada vez que me la encuentro me sorprende que todavía no se haya dado cuenta de las lentejuelas o que nadie de su familia o amigos se lo haya hecho saber.
Por supuesto, como nos somos amigas yo tampoco se lo digo y de hecho, cada vez que una de esas lentejuelas brilla me sonrío y hasta me divierto. Hubo una época en que quería tirarla de los pelos y quitárselas a zarpazos, pero eso ya pasó. La edad que todo lo calma … o como dice Economista, tengo mi Ciclogénesis bastante controlada, y ahora es Implosiva en vez de Explosiva.
Los brillos del último día eran de los de lentejuelas de Paco Rabanne en vez de lentejuelas de Valentino. Todo desbordado, exagerado y muy muy cursi. Eran las 12 de la mañana, en el campo y ella llevaba tacones, transparencias y además de las lentejuelas mentales llevaba las físicas en pantalón y camiseta. Victoria Beckham (o como se escriba) a su lado era la ministra de Defensa, pasando revista con la panza embarazada. Y la pobre seguro que había pasado 2 días pensando que se ponía.
Nos disponíamos a tomar el aperitivo cuando sacó para sus hijos unas bolsitas de tela roja de cuadritos con unos peces en fieltro y bordado (o zurcido, que yo no entiendo de eso ..) el nombre de cada uno de ellos. Entonces brilló una lentejuela y dijo: “He tardado más de 6 horas en hacerlas” y sonrió satisfecha, como si el resto tuviéramos que ponernos a llorar de la emoción de estar delante de alguien con tal dedicación, concentración e iniciativa (he aquí un claro ejemplo de iniciativa estéril).
“Contente” pensé. No digas que más le valdría haber estado esas horas leyendo un libro o un periódico de cabo a rabo que perdiendo su tiempo y el de sus hijos en memeces. Su marido (directamente sin pelo) la miró embelesado y pensó que había hecho bien en elegirla como madre para sus hijos, que su educación estaba en buenas manos, y que encima se habían ahorrado 2 euros en las bolsitas.
Pero lo peor es que la impresión que una madre abnegada puede dar es de ser no tonta, sino cándida. Y de cándida nada, que tiene una mala leche que no puede con ella, que lanza lentejuelas a los ojos de las que considera su competencia y que intenta que brillen a costa de echarte mierda a ti. Vamos, un angelito de mujer. Una mosquita muerta con purpurina en las alas…
Aggg … se me esta explosionando la implosión!!!!!
Hace poco estuve con una de ellas. Tengo esa capacidad de asombro que tienen los niños y cada vez que me la encuentro me sorprende que todavía no se haya dado cuenta de las lentejuelas o que nadie de su familia o amigos se lo haya hecho saber.
Por supuesto, como nos somos amigas yo tampoco se lo digo y de hecho, cada vez que una de esas lentejuelas brilla me sonrío y hasta me divierto. Hubo una época en que quería tirarla de los pelos y quitárselas a zarpazos, pero eso ya pasó. La edad que todo lo calma … o como dice Economista, tengo mi Ciclogénesis bastante controlada, y ahora es Implosiva en vez de Explosiva.
Los brillos del último día eran de los de lentejuelas de Paco Rabanne en vez de lentejuelas de Valentino. Todo desbordado, exagerado y muy muy cursi. Eran las 12 de la mañana, en el campo y ella llevaba tacones, transparencias y además de las lentejuelas mentales llevaba las físicas en pantalón y camiseta. Victoria Beckham (o como se escriba) a su lado era la ministra de Defensa, pasando revista con la panza embarazada. Y la pobre seguro que había pasado 2 días pensando que se ponía.
Nos disponíamos a tomar el aperitivo cuando sacó para sus hijos unas bolsitas de tela roja de cuadritos con unos peces en fieltro y bordado (o zurcido, que yo no entiendo de eso ..) el nombre de cada uno de ellos. Entonces brilló una lentejuela y dijo: “He tardado más de 6 horas en hacerlas” y sonrió satisfecha, como si el resto tuviéramos que ponernos a llorar de la emoción de estar delante de alguien con tal dedicación, concentración e iniciativa (he aquí un claro ejemplo de iniciativa estéril).
“Contente” pensé. No digas que más le valdría haber estado esas horas leyendo un libro o un periódico de cabo a rabo que perdiendo su tiempo y el de sus hijos en memeces. Su marido (directamente sin pelo) la miró embelesado y pensó que había hecho bien en elegirla como madre para sus hijos, que su educación estaba en buenas manos, y que encima se habían ahorrado 2 euros en las bolsitas.
Pero lo peor es que la impresión que una madre abnegada puede dar es de ser no tonta, sino cándida. Y de cándida nada, que tiene una mala leche que no puede con ella, que lanza lentejuelas a los ojos de las que considera su competencia y que intenta que brillen a costa de echarte mierda a ti. Vamos, un angelito de mujer. Una mosquita muerta con purpurina en las alas…
Aggg … se me esta explosionando la implosión!!!!!
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