Claro que existen los adictos a trabajo, que, naturalmente no se parecen nada ni a los trabajadores natos ni a los pringados.
El matiz es el asunto del tiempo libre. Mi antiguo jefe en el Sitio Elegante era un trabajador nato. Llegaba pronto y se iba tarde, no perdía el tiempo y comía en una hora, pero ni tenía blackberry (que no quería) ni mandaba mails por la noche desde su casa, ni mucho menos llamaba por teléfono a nadie durante las vacaciones o los fines de semana salvo una vez que hubo un robo, y claro, como también mandaba en servicios generales, tuvo que llamar al de Inmuebles. Sus amigos no tenían que ver con el trabajo y pensaban que era un empleaducho. Una vez conocí a uno y cuando le dije que el tipo era un Director General se carcajeó en mi cara.
Cuando yo tenía que viajar me decía que si a mi no me importaba durmiera en el sitio, para que no me cansara tanto. Su secretaria hacía de todo, menos cosas personales suyas. No pedía que le pasaran llamadas, se las ponía el, y huía de las reuniones sociales vinculadas al trabajo. Los fines de semana se largaba a hacer surf y el lunes estaba allí, peinado con agua, a las siete y media de la mañana, con la prensa económica leída.
Ese era un trabajador nato.
Luego había otro que tardaba mucho en hacer todo, y siempre acababa marchándose el último porque todo lo hacía con algún error y tenía que repetirlo cuarenta veces, entre otras cosas porque era desobediente y trataba de innovar en cosas que no necesitan ser innovadas.
Ese era un pringado.
Pero luego está la tercera clase. Los que mandan mails por la noche y no pueden vivir sin la blackberry, los que los fines de semana se dedican a disparar correos para que te los desayunes el lunes, y te ponen reuniones absurdas a las 8 de la tarde todos los santos días del año. Reuniones a las que luego no asisten, porque tienen que hacer otra cosa, lo que te obliga a esperarles hasta que terminen para contarles lo que se trató en la dichosa reunión.
Eso si, no llegan pronto jamás. Como mucho, puntuales, pero pronto, jamás. Esos son los que comen en la mesa siempre siempre siempre, y cuando van a la revisión médica es demasiado tarde.
De esos también hay unos cuantos. Los que no tienen mas tema de conversación que el trabajo y todos los amigos que tienen son del trabajo.
Esos, además de ser adictos al trabajo, son un coñazo y son perniciosos. El problema no es que les guste su trabajo y tengan mucho, el problema es que no tienen nada mas, no tienen amigos, no tienen padres, no tienen aficiones, no tienen hijos, no tienen intereses, no tienen mas mundo que su oficinita, que en el fondo no es nada importante. Sinceramente a mi la gente que no tiene nada de lo anterior, me parece muy poco atractiva
Porque el día que llega la fusión, la venta, el despido, su actividad desaparece y nadie recuerda mas que el coñazo de tipo era aquel que ponía reuniones a las 8 de la tarde....
Esos, además de adictos al trabajo, son gilipollas.