martes, 30 de agosto de 2011

Ayuno

De momento no he sido capaz de empezar la dieta absoluta y severa que me propongo todos los septiembres, para deshacerme de la lorza que me cultivado este verano. Que se le va a hacer, una es así, indolente para la dieta.
En una de las entradas de Trumanfactor le dediqué un capítulo al ayuno, porque leí un artículo en el Mundo de unos que quieren vivir de la luz y el aire (y en África sin enterarse, que dolor), pero nunca pensé que realmente alguien le iba a hacer caso.
El asunto es que el otro día comí con Antiguo Novio, que es, como ustedes saben, inteligente y brillante por encima de la media, pero tiene algún tipo de relación amor odio con la comida. Y resulta que se ha comprado el libro del tipo ese que vive del aire, y se lo ha comprado de primera mano y hasta se lo va a leer. Y casi nos peleamos por el librito de marras y claro, eso si que no, porque una conserva a sus antiguos novios como la ropa buena que no te pones, pero conservas.
Luego está mi prima, empeñada en irse a una clínica de adelgazamiento pero no a hacer amigas, que es a lo que uno va, sino a adelgazar, pero sigue comiendo patatas fritas...
De verdad que yo a la gente no la entiendo. Pagar por cerrar la boca es tirar el dinero, pagar por comer, pues hombre, si, pero pagar por no comer es incomprensible.
Así que aquí estamos, preparando uniformes e impedimenta para el cole y cerrando la boca para deshacerse de la lorza. Y rezando, rezando mucho porque no sé yo si este trabajo que me encontré por misericordia de algunos se me acabe en algún momento próximo, y si tengo que volver al WFA, sumado a la ausencia de C.W.  no sé si voy a ser capaz de soportarlo.

lunes, 29 de agosto de 2011

La conciencia elástica




He estado deliberadamente desconectada durante estos días, como si fuera un niño de esos que al taparse los ojos piensa que no lo ves, pero claro, la realidad no depende del observador y mientras yo miraba para otro lado, caía la mundial. Además, ya saben que no me fío un pelo, y que en verano cierro, porque no puedo controlar a los invitados.
Regreso llena de buenos propósitos de año nuevo, porque como todo el mundo sabe, el año empieza con el curso, y no en enero, propósitos que abandonaré, como es lógico, en breve.
La crisis no sólo no ha amainado, sino que parece que arrecia, y el trimestre se presume sobrecogedor así que estamos todos a ver como reducimos costes, como si se pudiera gastar aún menos. Resulta curioso que la clase política ponga en dudo el asunto del endeudamiento cuando el resto de los humanos hace tiempo que asumimos que el que no gana gasta y que como no ganamos no podemos gastar. Así que volvemos a diseñar menús de plato único y a ver como nos ingeniamos para sobrellevar la situación. Y claro, de nuevo, aquí todos tapándonos los ojos, no vaya a ser que me pidan a mi que me ajuste.
Mi madre le llama “ceder de mi derecho” y yo le llamaría “ceder de mi circunstancia”, pero aquí ceder, lo que se dice ceder, no cede nadie.
El mundo está llenos de Duroy, el Bel Amy de Maupassant, que se aprovechan de oportunidad y semejantes, dotados de una conciencia convenida, e incapaces de hacer nada a cambio de nada.
No soy tan inocente como para pensar que esto lo arreglamos entre todos, campaña tontorrona que vaya usted a saber en qué quedo, pero si estoy segura de que con un mínimo esfuerzo de renuncia, sea de tiempo o de dinero, se ahogarían unos cuantos menos.
Las reducciones de costes siempre son al final, costes de personal, osea, costes de personas, cortoplacistas y caros, y muy pocas veces se recortan otro tipo de costes. Y lo sé, es poco profundo y obvio, pero por lo visto no es evidente. Y al próximo que me diga que los recursos humanos van de desarrollo profesional y de bonus le diré que los recursos humanos van de contener para no tener que recortar. Mi best place to work que se gastó la hijuela en estar en la famosa encuesta no pensó que un best place to work es un place donde vivir sin demasiada angustia por los despidos en viernes, caja de cartón en mano.
Me duele la conciencia elástica de unos cuántos, que viven como si esto no fuera con ellos, y como si los cinco millones de parados fueran habitantes de Terminus, en lugar de vecinos de escalera.

Pablo de Lora

Me tragué ayer varias de las ponencias de Pablo de Lora, avisada por una amiga profe de la Complu. La Complu hace mucho que dejo de ser la u...