lunes, 7 de junio de 2010

Los ingratos

Una de las razones, además de la sequía intelectual, por las que estoy siendo menos constante en el blog es porque creo que me estoy envenenando y una buena Advisor me ha dicho que la negatividad trae negatividad y sobre todo, porque convertirme en una plañidera profesional me recuerda mucho a cierta familiar mía que teniéndolo todo (incluso es funcionaria) se queja sistemáticamente de todo, todo el tiempo.
La sola y remota posibilidad de parecerme a semejante petardo me ha apartado de esta queja que cada vez era mas grande. No les digo yo que no me siga sintiendo igual, pero por lo menos, menos megáfono.
Ayer terminé de tragarme en Telemadrid "El Padrino" que como bien saben es mi película favorita. Cuanto mas la veo mas me gusta y mas cosas aprendo.

Yo he hecho muchos favores laborales a mucha gente. Especialmente a gente que si no hubiera sido por mi  no hubiera podido encontrar un trabajo nunca. Malos expedientes, carreras de  hambre, opositores suspensos con diez años de retraso. En fin, los que jamás hubieran encontrado trabajo si alguien no les hubiera ayudado a empezar.

Lo hice porque a mi me ayudaron cuando terminé mi carrera y me recomendaron . "Entrevista a esta chica, que está buscando trabajo".  Siempre  lo agradeceré y siempre lo recordaré a todo el mundo.  Si sólo hubiera sido por mi carrera, jamás me hubieran contratado. Menos en 1992.

Además, mis padres me enseñaron que hay que ayudar a la gente, que hay que ayudar al que va mal en clase, al que no tiene oído para las audiciones, al que pronuncia mal, al que no sabe comer, al que no encuentra trabajo. En fin, que había que ser buena y que no había que hacerlo para esperar nada a cambio. Se hacía y ya está.

Durante toda mi carrera profesional "moví" los cvs de todos los que me lo pidieron, y muchas veces quedé como el culo. Pedí favores, no para mi, sino para que al menos entrevistaran a mis recomendados. Y en algún caso, obligué a contratar a un becario que de otra manera no encontraba trabajo ni a tiros.

Nunca apunté los favores. Error garrafal. No lo hice por reciprocidad, pero me asombra tanta ingratitud y tan poca colaboración.

Si yo hubiera visto El Padrino con ojos laborales, en lugar de confiar en mis capacidades, hubiera apuntado todos y cada uno de los favores que hice y ahora los estaría cobrando.

Hoy mismo he sabido de una vacante que deja alguien a quien yo ayudé a empezar y que estaría limpiando mocos en algún patio. He tenido que llamar yo para pedirle que me recomiende a su jefe y sugiera mi nombre como sustituta.
Me ha salido con que me iba aburrir y que pagaban poco.

Como tengo la cabeza llena de arena y mocos y sobre todo, porque no quería terminar definitiva y violentamente con una relación que hace muchos años ya era sólo superficial, me he callado.

Porque lo que se merecía era que le llamara ingrata. Ingrata, como todos aquellos que ahora se olvidan del parado como si fuera un apestoso y deciden por el lo que les divierte y lo que es pagar bien o mal.

No tengo claro que vuelva a tener oportunidades de ayudar laboralmente a nadie, pero está claro que nunca jamás, porque no solo me estoy volviendo quejica, sino rencorosa. Y el que quiera un enchufe para entrar en mi colegio, que se lo busque, un traductor de idiomas varios, que lo pague, un revisor de cvs, que lo cuelgue en linkedin, y mis contactos son míos, no de nadie mas.

Y eso si, a partir de ahora, todo, todito, apuntado. Ya ven.

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