Esto de la comunidad de odios lo he visto por ahí en otro blog, así que no es mío. Digamos que hay gente que le cae mal a casi todo el mundo, con sus excepciones, y gente a la que todo el mundo adora, con salvedades.
Me he acordado de esto por lo de Rubalcaba y una seguidora que decía que le molaba porque le parecía dialogante. A mi Rubalcaba me parece malo malísimo, pero claro, a cada una le parece una cosa y en las "caidas" cada uno es muy libre.
En la lista de las demonizaciones públicas están a día de hoy los controladores y hace un par de meses los sindicalistas que provocaron la huelga del metro, pero eso son odios recientes así que no los vamos a clasificar.
Digamos que en la lista de los antipáticos oficiales nos encontramos con Fernando Alonso, y en la de los simpáticos a Rafa Nadal, novio que toda madre querría para su hija, o hijo, o para ella misma. En la de las estiradas Letizia la Fictizia que además de estirada es paleta, la pobre, (y tiene sus admiradoras) y en la de las visceralmente superfluas Paloma Segrelles, o como tu madre consiguió, gracias a una agenda, que te casaras con uno rico, aunque fuera feo, y, por supuesto, dedicado a C.W. Fiona Ferrer y su extraño padrastro.
Por no hablar de Belén Esteban, que concita por igual odio y amor. Vamos, que ni Tolstoi.
Eso, en el panorama de la Mundanité y el colorín, y, en el político, no hay como dejar pasar el tiempo para que Felipe González parezca un hombre de Estado, y se nos olvide que Maleni fue Lady Aviaco... o eso de Rubalcaba de "España no se merece un gobierno que mienta". En fin. No hay como dejar pasar el tiempo, hasta a Tamara tengo yo dejado de lado.
En fin. Se me antoja difícil salir del círculo de antipatía. Yo misma tengo mis grandes detractores, que, si bien no son muchos, toda vez que yo no soy conocida ni famosa, lo son a conciencia. En el trabajo este tengo ya uno que por que me tiene por una mindundi, pero a la legua se le ve que no me aguanta. Estas cosas suelen ser mutuas, y yo no tardo un minuto en averiguar aquello de lo que carecen (ya saben, el refranero y yo, juntos hasta la muerte).
Y todo esto, no sólo a cuenta de lo de Rubalcaba, sino también (y con esto ya lo dejamos) por lo de los controladores, que aunque salen ahora alegando demencia colectiva se han ganado la antipatía de la mayor parte de los españoles.
Me he acordado de esto por lo de Rubalcaba y una seguidora que decía que le molaba porque le parecía dialogante. A mi Rubalcaba me parece malo malísimo, pero claro, a cada una le parece una cosa y en las "caidas" cada uno es muy libre.
En la lista de las demonizaciones públicas están a día de hoy los controladores y hace un par de meses los sindicalistas que provocaron la huelga del metro, pero eso son odios recientes así que no los vamos a clasificar.
Digamos que en la lista de los antipáticos oficiales nos encontramos con Fernando Alonso, y en la de los simpáticos a Rafa Nadal, novio que toda madre querría para su hija, o hijo, o para ella misma. En la de las estiradas Letizia la Fictizia que además de estirada es paleta, la pobre, (y tiene sus admiradoras) y en la de las visceralmente superfluas Paloma Segrelles, o como tu madre consiguió, gracias a una agenda, que te casaras con uno rico, aunque fuera feo, y, por supuesto, dedicado a C.W. Fiona Ferrer y su extraño padrastro.
Por no hablar de Belén Esteban, que concita por igual odio y amor. Vamos, que ni Tolstoi.
Eso, en el panorama de la Mundanité y el colorín, y, en el político, no hay como dejar pasar el tiempo para que Felipe González parezca un hombre de Estado, y se nos olvide que Maleni fue Lady Aviaco... o eso de Rubalcaba de "España no se merece un gobierno que mienta". En fin. No hay como dejar pasar el tiempo, hasta a Tamara tengo yo dejado de lado.
En fin. Se me antoja difícil salir del círculo de antipatía. Yo misma tengo mis grandes detractores, que, si bien no son muchos, toda vez que yo no soy conocida ni famosa, lo son a conciencia. En el trabajo este tengo ya uno que por que me tiene por una mindundi, pero a la legua se le ve que no me aguanta. Estas cosas suelen ser mutuas, y yo no tardo un minuto en averiguar aquello de lo que carecen (ya saben, el refranero y yo, juntos hasta la muerte).
Y todo esto, no sólo a cuenta de lo de Rubalcaba, sino también (y con esto ya lo dejamos) por lo de los controladores, que aunque salen ahora alegando demencia colectiva se han ganado la antipatía de la mayor parte de los españoles.
1 comentario:
Has mencionado mi refrán favorito. Muchos refranes fallan (entre otras cosas porque algunos se contradicen), pero éste... Yo he comprobado su infalibilidad en múltiples ocasiones, en concreto dos que se repiten.
Los que se jactan de desprendidos, y dejan caer en cuanto pueden así como de pasada que no dan importancia al dinero... suelen ser miradillos, to say the least.
En el mundo laboral, que centra este tu blog, el que se vanagloria de no ser un pelota lo es fijo, de los más rastreros.
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