viernes, 17 de septiembre de 2010

Menos recursos, los mismos humanos

Toda vez que el Recurso Humano ha vivido tanto tiempo sin mi, cabía la posibilidad que la cosa hubiera cambiado en mi ausencia. Pero no.
No hay un duro, pero la organización sigue intacta. Ingrata y desobediente, como siempre.

El Sitio Elegante no tenía mucho dinero que digamos, era como esas señoras mayores que tienen un Chanel de toda la vida y unos joyones impresionantes, pero naturalmente hace mas de 20 años que cenan un yogur y pasan frío en su casa, y cuando se quedan viudas admiten estudiantes en sus casas. Elegantes, pero pobres.
Aún así, yo tenía un cierto presupuestillo, dedicado a lo clásico, formación, proveedores varios,  e incluso flores para operados, coronas para difuntos, telegramas y canastillas de recién paridas.
No es que fuera mucho, pero algo se podía hacer, y aunque nunca me lo aumentaron, nunca me lo quitaron.
Pero he llegado en el momento de "presupuesto cero", es decir, no hay dinero para cosas necesarias, menos aún para tontadas.  No puedo gastar nada, lo que haga, tengo que ingeniármelas para hacerlo gratis.  Me parece bien, y era lo lógico.
Pues oye, debe ser que soy la única que lo entiende. Yo no sé por qué la gente no ve que el asunto gasto está relacionado con el ingreso, y que el que no gana, gasta.  Economía doméstica de primero de Marmota. Pero si está nítido ¿no lo ven ustedes?
Pues no.

Y he encontrado la explicación:

Ya les dije una vez que los parados se vuelven invisibles, y como desaparecen,  sus problemas y sus desgracias son ajenas.  Nos pasa lo mismo con los enfermos. Están los hospitales llenos y vivimos al margen de lo que allí pase.  Es así,  lo que no me pasa a mi no existe.

Así que he vuelto a encontrarme con los eternos pedigüeños de cursos que no sólo no necesitan, sino a los que no van a asistir y que curiosamente organiza alguien a quienes ellos conocen. Y los mismos petardos que sólo pueden trabajar con secretaria para ellos solos, y no están dispuestos a amortizar vacantes. Y ya me han vuelto a contar lo del efecto sumidero y lo fatal que es el control del gasto.


Esperaba encontrarme al respetable mas consciente de que fuera hace mucho frío y que no se puede andar desperdiciando ni lo propio ni lo ajeno.

Y que desde luego, la pólvora del rey se ha terminado. Y que para poder gastar pólvora, hay que haber ganado dinero para comprarla.

Y no,  aquí  no ha cambiado nadie ni poquito.  Aquí estamos como siempre, mientras no vaya conmigo, yo me sigo gastando lo de los demás, y los de RRHH son unos cabrones que no pagan las clases de francés, que en una empresa italiana ya sabemos que es absolutamente necesario. Lástima que todavía no pueda decirle a alguno lo que de verdad me pide el cuerpo.

Lo dicho, menos recursos, los mismos humanos.

3 comentarios:

Guiomar dijo...

Hola Economista
El mes de julio descubrí tu blog y me lo leí entero (es un decir, en diagonal), enhorabuena por tu nuevo curro y qué bien que hayas vuelto, tienes nueva seguidora
Sobre entradas anteriores y la lentitud laboral, yo no tengo experiencia de paro, pero sí de hijos y trabajo intenso y mi tesis es que el multitasking provoca, o si no provoca va forzosamente unido, al sopor neuronal. En mi caso no se ha curado, ha aumentado a un ritmo proporcional al incremento de la prole (y mis cumpleaños) , y he aprendido a convivir con él. Eso sí, he desarrollado una capacidad para atender (insisto, mal, pero no se nota) 35584536694 cosas a la vez que digo yo que de algo servirá...

Tikitina dijo...

Guiomar, creo que tienes razón con respecto a las neuronas: estoy convencida que en los embarazos, además de sangre y nutrientes, se les da parte de la carga neuronal. Tras un parto, el 3000% de las mujeres inteligentes que se acordaban de todas las fechas y llevaban todo en la cabeza, se vuelven torpes, desmemoriadas, con lagunas increibles.

Todo eso nos hace lentas...

O puede que lo que ocurre es que una vez que tenemos hijos la carga de trabajo se incrementa exponencialmente y tenemos la sensación de lentitud, cuando en realidad lo que ocurre es que estamos sobrecargadas.

Laeconomistadescubierta dijo...

No me hablen del office managment... NO sé en que sitio de mi role descrpition venía que yo tengo que saber que cena la gente y cual es la diferencia entre chaqueta de lana y de perlé. Por no hablar de la gestión del menú, que me parece lo mas agobiante de todo

(soy la economista)

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