viernes, 17 de junio de 2011

Los alemanes

Al sesudo lector no le gustan los alemanes, y, especialmente, no le gusta la Merkel. Si la Merkel hubiera sido española ya la hubieran llamado gorda y cateta, y nadie se hubiera detenido un poco en quien es y como llego a ser quien es. Nosotros somos así, superficiales para casi todo.

Los alemanes del Este, a los que traté mucho en el pasado (cuando existían, vaya) eran distintos del resto, en primer lugar, ellos se consideraban víctimas, no verdugos, y para ellos no hubo desnazificación, como tal, no se molestaron ni en cambiarle el nombre a los trenes ni ponerle bundes a nada. Los alemanes del Este se seguían considerando los alemanes de antes de la guerra. Por otro lado, los berlineses orientales se consideraban capitalinos, y los del otro lado, habitantes de una alejada y aislada ciudad de tercera división. Berlín no tiene ni equipo de primera, ni periódico importante, y recuerdo el comercio de Berlín Oeste como una verdadera porquería.

Los alemanes del Este, además, se apuntaron enseguida al "me lo devuelves", y en cuanto se fueron los rusos (y eso lo viví yo) se pusieron a pedir que les devolvieran lo que les habían quitado. Pero claro, en el acto aparecieron algunos en Israel para decir que nasty de plasty, que de devolver algo, era al primitivo propietario.
Por otro lado, los alemanes del Este no habían visto un extranjero que no fuera un ruso o un cubano en su vida, así que tenían una visión harto limitada del mundo...Y, es cierto, eran muy improductivos, porque el comunismo es lo que tiene, que no favorece nada al trabajador, se vuelve vago hasta el mas diligente. Si la carta de helados ponía vainilla o chocolate no había manera de que te pusieran una bola de cada.
Dicho lo cual, y a pesar de que conozco mas que requetebién sus defectos (entre otros la pretendida autoridad moral esa de "nosotros perdimos la guerra pero ganamos la paz") y me pone de los nervios el rollito ese de la patata ecológica pero los niños con las orejas sucias no vaya a ser que se destruya el ecosistema del pabellón auditivo,  a mi me siguen gustando bastante y  creo que si hubiéramos sido un poco mas alemanes (por aquello del ahorro, que en Alemania forma parte del ADN) y un poco menos cigarras, a lo mejor no nos hubiera ido tan mal.
Y, por cierto, recomiendo un libro que se llama "Justicia para Serbia" que en Alemania sentó muy mal y a mi personalmente me gustó mucho.
Así que querido Lector Encubierto, elija usted de quien quiere depender, de Francia o de Alemania, porque lo que parece claro es que el Solar Patrio no tiene visos de volver a primera división, si es que alguna vez lo estuvo desde Felipe II.....

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Con Alemania hemos topado!, como diría mi padre.
Lo de los alemanes del este, es casi imposible de entender. Son pura contradicción. Los hermanos pobres y orgullosos que todavía (20 años después de la caída del muro) añoran aquellos tiempos en los que todo venía echo pero no pueden esperar a prejubilarse al modo de sus hermanos del oeste.
Yo noto, por esta parte del país, mucho rencor e infelicidad. En Osilandia la gente no es alegre, ni se dejan llevar por el momento, las conversaciones se basan siempre en temas vistos bajo el lado negativo y no hay manera de desentrañar qué provoca este tipo de comportamiento.
Prometo que ni ellos mismos se explican esa tendencia a oscurecer tanto el semblante que todo el mundo acaba pareciéndose a Merkel.
Por mi parte lo encuentro fascinante porque es eso precismente lo que les hace preocuparse por todo y éso es lo que diferencia a las cigarras de las hormigas.
La Alemania del Este sigue aquí, dentro de las personas que la mamaron en medio de un entorno venido de fuera (gracias a Dios) en el que todavía no saben cómo acoplarse.
Un saludo

Anónimo dijo...

Disculpen ese "echo" sin "h" y demás deslices gramaticales.

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