viernes, 6 de mayo de 2011

Formas y buenos modales abren puertas principales

Tuve yo una conocida que decía que el protocolo había nacido en los conventos como una forma de expresar la caridad. Ceder el lado interior en la acera, servirse el último la comida, quedarse con el peor trozo, dar las gracias, pedir por favor,  esperar a que termine el otro para hablar, en fin, ponerse en el lugar del otro y ceder de nuestro derecho para que el otro esté mejor. Cuando esto es recíproco, las relaciones, sin  necesidad de ser amistosas, son cordiales y el respeto por el otro hace que le valoremos, aunque no nos guste lo que es, lo que opine, o lo que no sepa.

No sé si es cierto o no es cierto,  (lo del origen en los conventos) pero no deberíamos olvidarlo. Ya cité aquí un día a Boti García Rodrigo, cuyas ideas políticas estoy harto lejos de compartir, pero cuyo exquisito trato, educación y buen hacer como simple funcionaria de un registro fueron capaces de disipar cualquier prejuicio.

Yo soy muy sobrada, muy cínica, y muy escéptica, pero trato de no perder nunca la buena educación en mi relación directa con la gente. 
Entre otras cosas, porque me facilita la vida. Ningunear de gratis es una falta clara de inteligencia práctica. No es suficiente ser listo para el polinomio, hay que ser listo para los recados. 

La buena educación consiste también en saber cambiar de registro y adaptar el discurso a la audiencia,  lo cual no quiere decir ser hipócrita, sino sensato y prudente, y, a lo sumo, dejar pasar  sin entrar al trapo. Yo puedo pensar que la mitad de las madres del WFA son medio memas, pero si les escupo en un ojo nunca me regalarán una toallita el día que mi hijo se pringue. No te digo ya el día que tenga que pedir un riñón para un transplante.  La buena educación es éticamente la  decisión mas sabia desde el punto de vista de la decisión racional. Si yo no te incordio, tu no me incordias, todos felices. 

Aprovecharse de una situación de desventaja (temporal, que aquí estamos todos de prestado) para abusar de la buena educación de los demás demuestra que el tipo en cuestión no sólo es un maleducado, sino que es un egoísta, y sobre todo, que es un tonto con poco recorrido. Uno debe ser capaz de ser neutro, y no ir haciéndose enemigos sólo por sus formas.

Hoy he llegado a la conclusión de que, al margen de la caridad, ser un maleducado implica que eres tonto. 
No sé porqué la gente se empeña tanto en que sus hijos aprendan informática e inglés y no se molesta en enseñarles a saludar a los vecinos o a la portera.  Para aprender a saludar no hacen falta pizarras digitales. Es gratis y da resultados inmediatos.

PD: Esperanza Aguirre ha soltado la bomba de que se carga los puntos de proximidad un día antes de que salieran los puntos de los coles. Teniendo en cuenta que hay medio Madrid cabreado con este asunto no ha podido elegir mejor día para ganarse unos cuantos votos (mas). 


2 comentarios:

Guiomar dijo...

Hola Economista
¿tienes ya colegio para tu hijo?

C.W. Carrington dijo...

Hola Economista!
totalmente de acuerdo.
Recuerdo a un compañero de trabajo al que quería escupir y no lo hice. Fué no por educación si no por no perder mi trabajo. Alguien me dijo "no lo hagas, nunca sabes cuando vas a poder necesitar su ayuda". Recuerdo que respondí: " La única situación en la que me arrepentiría de nuestra mala relación sería si tuviera un hijo que necesitara una operación urgente de corazón y el fuera el único especialista que pudiera practicarla". Claro que luego pensé que si una persona de su capacidad había llegado a ser cirujano cardiovascular infantil, aviados estábamos (que dirían en mi pueblo), y mejor cogía un vuelo a Uganda donde me ayudarían mejor.

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